Salinas y su amor por correspondencia

Publicado en por Cecilia

                                          «De ti sólo puede venir la luz del paraíso»

En el verano de 1932 Katherine Withmore   marchó a Madrid y decidió matricularse en el curso de “Generación del 98” que Pedro Salinas impartía. Ahi nació el amor. Un amor que no pudo ser, ya que él era casado y ella debía regresar a EEUU, pero mantuvieron una relación apasionada por correspondencia que perduraría durante más de quince años y culminaría con el intento de suicidio de la esposa de Salinas. Pedro ciego de amor, quiso mantener a todas costas esa relación, pero katherine se opuso.
Al encontrarse años después en 1951 Katerhine preguntó a Pedro "entiendes por qué tuve que dejarte? a lo que  Pedro respondió, -no.. sinceramente no"

Aquella incendiaria -pero platónica- relación a distancia, en la que el poeta acabaría encontrando su "infinito", fue el epicentro de los más conmovedores poemarios de amor nacidos de la mano de Salinas


            Fragmento de una de las carta  de Pedro Salinas a Katherine Whitmore

Madrid, 1 de agosto de 1932

  Primera carta tuya, en inglés. Júbilo, júbilo, alegría. ¡Sensación festival, inaugural, de promesa, de fiesta! No importa que toda tu carta esté teñida de una sombra de melancolía, tierna y suave. Así debía ser, así.
Pero por encima de esa melancolía, hay algo que me da un gozo sin límite. Esto. «You have taken away the cynicism which was growing upon me.»*1 ¿Es posible? ¿Tendré yo la suerte de ser elegido para en un momento difícil de tu vida salvarte de algo? ¡Qué gran justificación, ya, de mi papel a tu lado, de mi compañía!

Ya no es por egoísmo, por lo que debo seguirte a lo lejos en la vida, es por bien tuyo. Soy capaz de serte espiritualmente útil. Y me preparo, ¿sabes?, ante esta espléndida tarea: ayudarte a vivir, arrancarte de las fuerzas negras, de los poderes sombríos que te amenazaban.
Y eso por ti, no por mí, ¿sabes? ¡Oh, si tú me hicieras ese favor, dejarme que te sirva! Qué cosa más justa, que tú, que no imaginas tal entusiasmo por la vida, recojas, devuelto a través de mí, ese entusiasmo que es tuyo.
 
No, no, tú no has nacido ni para el escepticismo cínico, ni para la frivolidad desengañada, no. No te rindas nunca a eso. No te puedo imaginar paseando tu spleen, por terrazas de grandes hoteles, con cualquier ser insignificante. Nunca.
Cree en ti, cree en tu valor único, en tu distinción suprema, en la nobleza de tu alma. Y vive de ella. Yo de lejos, de cerca, te ayudaré. Hasta que no me necesites más.

Y mira, no tengas temor, oye, de quitar a nadie nada, queriéndome, no.
¡Me lo dices tan delicadamente en tu carta! No, yo no soy ni seré peor para nadie por ti, no. Lo que tú me pides, lo que yo te doy en nada atenta a lo que debo a los demás. Tú en mí no serás nunca nada malo, nada que robe algo a alguien, no. No tengas miedo. Seré cada día mejor.
Tú me has alumbrado una nueva riqueza y por eso lo que a ti te doy a nadie se lo quito. ¿Comprendes? Nunca sufras por eso. Eres pura, leal, clara. De ti sólo puede venir luz alta, luz de paraíso.

  

*1 Usted se ha llevado el cinismo que crecía sobre mí   



"Cada beso perfecto aparta el tiempo, le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve donde puede besarse todavía..."



LA VOZ A TI DEBIDA
Versos 1449 al 1470


Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.


Fragmento de otra carta,  de las mas de 300.

      "...de noches me he despertado, a altas horas, alarmado, como si hubiese oído un grito, y era sólo mi alma, que se preguntaba, anhelosa: '¿Te querrá aún?'. Sensación espantosa de que en aquel momento, sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo, tú estabas empezando a dejar de quererme. Pero tú, Katherine, con un tacto y una delicadeza incomparables, poco a poco, has ido venciendo, has ido inclinándome a creer en una posibilidad de nuestro amor...

....."Nos veremos. No lo dudes nunca". Así, ¡qué gusto, qué alegría! El niño débil que hay en mí se consuela en estas palabras, se refugia en ellas, cobra ánimos y fuerza, cree en todo, todo posible....

 ....Mi alma, mi vida necesitan saber que tu amor es posible lejos y cerca, entre tus brazos y con tu sombra. Tenía un temor, inmenso. Se me representaba imposible. Katherine, vas venciendo. Otra victoria tuya. No creas, no, que estoy seguro, no, que no dudo ya. Eso no será jamás. Tu amor es demasiado precioso para que yo me crea firmemente su dueño. Siempre temblaré, Katherine. Seguridad, nunca. Confianza, sí. Ésa es la victoria que estás ganando, alma mia....

             
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post