Poemas de Ernestina

Publicado en por Cecilia

SERÉ TUYA SIN TI EL DÍA QUE LOS SUEÑOS...


Seré tuya sin ti el día que los sueños
alejen de mi senda tu mente creadora,
el día que tu sed
no pueda limitarse al hueco de mis manos.


¡Seré tuya aún sin ti! Dejaré de merecerte
en la cuna encendida que tejieron mis besos.
Se borrará en tus labios la forma de los míos,
y el cielo de tu vida
tendrá un color distinto al de mi corazón.


Pero sabré ser tuya sin nublar tu camino
con la huella indecisa de mi andar solitario.
Me ceñiré a tu sombra, y anudada por ella,
te iré dando en silencio lo más puro de mí.


¡Con qué amarga dulzura repetiré, ya sola,
esos gestos antiguos que pulió tu mirada!
Me seguirás teniendo igual que me quisiste
y acunaré en secreto tu amor eternizado



AMOR


Puliré mi belleza con los garfios del viento.
Seré tuya sin forma, hecha polvo de aire,
diluida en un cielo de planos invisibles.


Para ti quiero, amado, la posesión sin cuerpo,
el delirio gozoso de sentir que tu abrazo
solo ciñe rosales de pura eternidad.


Nunca podrás tenerme sin abrir tu deseo
sobre la desnudez que sella lo inefable,
ni encontrarás mis labios
mientras algo concreto enraíce tu amor...


¡Que tus manos inútiles acaricien estrellas!
No entorpezcan besándome la fuga de mi cuerpo.
¡Seré tuya en la piel hecha fuego de sol.

 

AMOR A CADA INSTANTE...

Amor de cada instante...
duro amor sin delicias: cadena cruz, cilicio,
gloria ausente, esperada,
gozo y tortura a un tiempo;
realidad de los siglos, gracias por ser y estar
en el nunca y el siempre.

Pues, mi ejercicio, ahora, es amarte en la ausencia,
y aferrarme a esta nada porque también es tuya
y beber ese polvo de soledad y vacío
que es Tu don del momento y Tu clara promesa.

Y por eso me obstino contra lo más cercano,
huyendo de lo fácil -metal a flor de agua-,
por Ti también me acojo a lo que nadie sabe.

Y así voy caminando por este desconcierto
oscuro y luminoso, por este amor amargo,
veteado de gloria...



LA VOZ DEL
VIENTO


Búscame en ti. La flecha de mi vida 
ha clavado sus rumbos en tu pecho 
y esquivo entre tus brazos el acecho 
de las cien rutas que mi paso olvida. 


Despójame del ansia desmedida 
que abrasaba mi espíritu en barbecho. 
El roce de tus manos ha deshecho 
la audacia de mi frente envanecida. 


Navegaré en tus pulsos. Dicha inerte 
del silencio total. Ávida muerte 
donde renacen, tuyos, mis sentidos. 


Ahoga entre tus labios mi tristeza, 
y esta inquietud punzante que ya empieza 
a taladrar mi sien con sus latidos.
 

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