Alberti, marinero en tierra

Publicado en por Cecilia

 


Poeta y dramaturgo español, nacido en el puerto de Santa María, Cádiz, el 16 de diciembre de 1902
Las frecuentes ausencias del padre por razones de trabajo le permitieron crecer libre de toda tutela, correteando por las dunas y las salinas a orillas del mar en compañía de su fiel perra Centella.

Una infancia despreocupada, abierta al sol y a la luz, que se ensombreció cuando tuvo que ingresar en el colegio dirigido por los jesuitas de una forma estrictamente tradicional. Alberti se asfixiaba en las aulas de aquel establecimiento donde la enseñanza no era algo vivo y estimulante sino un conjunto de rígidas y monótonas normas a las que había que someterse.

No acabó el cuarto año de bachillerato y en 1916 fue expulsado por mala conducta.

En 1917 la familia Alberti se trasladó a Madrid, Rafael había decidido seguir su vocación de pintor, y su talento para captar la estética del vanguardismo lo llevó a que algunas de sus obras sean expuestas, primero en el Salón de Otoño y luego en el Ateneo de Madrid.

No obstante, cuando la carrera del nuevo artista empieza a despuntar, un acontecimiento triste le abrirá las puertas de otra forma de creación. Una noche de 1920, ante el cadáver de su padre, Alberti escribió sus primeros versos. El poeta había despertado y ya nada detendría el torrente de su voz

El poeta nunca separó su labor intelectual de su actividad política, de inclinación comunista.  Escribió multitud de poemas satíricos y de agitación, que recitaría en actos políticos, bibliotecas obreras y  plazas públicas

Se casó en 1930 con la escritora María Teresa León, a quien admiraba por su talento literario, claridad política y su lucha por la igualdad femenina. Con ella compartió los años de su exilio por Buenos Aires y Roma y con ella que tuvo una hija, Aitana

No regresa a España hasta 1977,  despues de la muerte del general Franco. Y no solo se reencontró con algunos viejos amigos y descubrió que las nuevas generaciones leían ávidamente su poesía.

 

En la madrugada del 28 de octubre de 1999 murió plácidamente en su casa de El Puerto de Santa María, junto a las playas de su infancia, y en aquel mar que le pertenecía fueron esparcidas sus cenizas de marinero que hubo de vivir anclado en la tierra.




P















MARINERO EN TIERRA

... Y ya estarán los esteros 
rezumando azul de mar. 
¡Dejadme ser, salineros,
granito del salinar!
¡Qué bien, a la madrugada, 
correr en las vagonetas, 
llenas de nieve salada, 
hacia las blancas casetas!
¡Dejo de ser marinero, 
madre, por ser salinero!
                     *
   Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana 
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada 
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!

El MAR

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá? Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!

 

 

ELEGIA DEL NIÑO MARINERO

[...]
Tendió las redes, ¡qué pena!,
por sobre la mar helada.
Y pescó la luna llena,
sola, en su red plateada.
[...]
¿Qué harás, pescador de oro,
allá en los valles salados
del mar? ¿Hallaste el tesoro
secreto de los pescados?

¡Deja, niño, el salinar
del fondo, y súbeme el cielo
de los peces, y, en tu anzuelo,
mi hortelanita del mar!


 

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